Regalar libro es alimentar el alma
Por Emilia
Santos Frías
Desde ayer se repite en mi mente la hermosa frase de Rubén
Darío:” El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del
pensamiento y manantial del amor”, a propósito de la peripecia que viví, al
recorrer varias escuelas y liceos de
Santo Domingo, con la grata decisión de donar más de 60 libros de texto, que
fueron utilizados recientemente por mi hija en su educación básica y media.
Tengo una
relación de amor con los libros. Obsequiarlos
es un acto importante, pues contribuyo como ellos hacen conmigo, a elevar el
conocimiento del remitente.
Es por eso que al ser recibida en la Escuela Brasil, con
tanta cortesía por la profesora de quinto grado, quien eligió 10 libros
utilizados en la educación del último año de básica, y escucharle decir la
importancia y ayuda que aportaría a la enseñanza; sentí que valió la pena el
aporte y por consiguiente, mi hija y yo hacíamos un grato servicio a las niñas
y niños de ese centro educativo; un pequeño grupo de la sociedad.
Continué mi recorrido hasta llegar al liceo Estados Unidos,
donde a decir de la señora que me recibió, hay que hacer cita previamente,
antes de llevar una donación y los libros deben ser del año escolar vigente, no
del año anterior, debido a los temas que tratan. Su trato frio y descortés no
dejó de sorprenderme. Vaya perla!, pero continúe, mi camino hacia otro lugar
donde el aporte si fuese importante, y así ocurrió.
Fui educada con la creencia de que un libro es un tesoro y
sus conocimientos, imperecederos. Por tanto es ilógico que libros de edición
2014, 2013…2010, no tenga validez en el 2015, cuando los planes educativos,
elaborados y supervisados por los ministerios de educación, guardan relación
temática, sobre todo en las ciencias exactas: matemáticas, físicas, químicas;
ciencias humanas, naturales, sociales, y del lenguaje. No entendí a esa
profesora!.
Recordé, que las barreras educacionales también afectan a
profesoras y profesores, quienes de acuerdo a la máxima, son: formadores y
forjadores de seres humanos. Rol que a mi entender, puede desarrollarse con
pequeñas acciones.
En la visita al citado liceo y diálogo con la profesora, fue obligatorio remontarme al gran Eugenio
María de Hostos; maestro, periodista, que soñó la "Confederación
Antillana", donde todos los pueblos
tuvieran un nivel de desarrollo político, económico, educativo y social
digno del progreso humano.
¡Necesitamos más discípulos de Hostos!
Ese gran filántropo que abrazo con toda su fuerza el
siguiente discurso:_el maestro debe ser educador de la conciencia infantil y
juvenil; más que nada, la escuela es un fundamento de moral.
Y me pregunto: ¿qué necesitamos para lograr este fin?.
Con mejor suerte fui recibida en el Liceo Panamericano, donde
50 libros fueron recibidos por la asistente de la dirección y varias maestras,
quienes mostraron alegría, por el
pequeño aporte, repitiéndose la escena de la Escuela Brasil. En mi presencia
fueron distribuidos entre profesoras (es) y para uso de las y los estudiantes mediante
la biblioteca del centro educativo.
Ese granito de arena, que me hizo sentir aunque sea por un día, el
deber cumplido!.
Creo firmemente, como lo expresó Hostos, que “Derecho no
ejercitado, no es derecho; derecho no vivido, no es derecho; derecho pasivo, no
es derecho. Para que él sea en la vida, lo que es en la esencia de nuestro ser,
hay que ejercitarlo. Ejercitarlo es cumplir con el deber de hacerlo activo,
positivo y vivo”.
Ese pensamiento hostosiano, lo entiendo, por lo que soy; inicié
a la edad de 15 años, como profesora y
aun ejerzo la más bella de las profesiones, donde enseñamos lo poco o mucho
conocimientos adquiridos; y es hermoso hacerlo, a pesar de las carencias
educativas existentes en mi nación, excelente escenario para dejar de ser
indiferentes y hacer cumplir nuestro rol.
Por suerte en nuestras provincias hay verdaderos ejemplos de
maestros y maestras por vocación, aún los hay, que grato!.
Mientras, desde mi espacio, sigo abrazando al gran Hostos,
sus sabios y reales pensamientos:” cumple con
todos tus deberes y gozarás de todos tus derechos”.
La autora es profesora,
periodista y abogada
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