Urge rescatar belleza malecón de Santo
Domingo
Por Emilia Santos Frías
El malecón de Santo Domingo, guardián
de cultura, historia, cómplice de héroes.
De grandes y valientes dominicanos; de personas
enamoradas; atletas y artistas. Ese regalo de la naturaleza y los avances de la
civilización; carta de presentación ante el extranjero y hasta la sala de
nuestro país, hoy luce abandonado.
Viaje en coche, por el malecón y la zona colonial de Santo Domingo.
Este, nuestro malecón; de fascinante belleza, que atrapa al visitante. Actualmente, muestra contaminación por basura, hoyos, abandono, poca iluminación, inseguridad en mucho de sus tramos. Problemáticas ocasionada quizás, por sus espectadores; muchos de ellos carentes de normas de urbanidad. Por la inercia de autoridades municipales y poco interés o coacción de las academias humanistas, así como, de gran parte de la sociedad civil, como ente vigilante.
Esa es la realidad, nuestro amado malecón,
tan atractivo para todas y todos, los de aquí y los de allá. Se nos enferma
ante nuestros ojos. La basura lo arrabaliza, lo afea.
En malecón de Cuba
La queja es constante, solo luce un poco cuidado de la Avenida Alma Mater a la Avenida Francisco Alberto Caamaño Deñó, pero, recorre un trayecto mucho más largo. También, es común escuchar a extranjeros, al visitarle; al conocerle, expresar lo que claramente puede verse: “es muy bonito, pero lleno de basura”. Lo que, avergüenza y es mala promoción del terruño, aquí y en playas extranjeras.
La queja es constante, solo luce un poco cuidado de la Avenida Alma Mater a la Avenida Francisco Alberto Caamaño Deñó, pero, recorre un trayecto mucho más largo. También, es común escuchar a extranjeros, al visitarle; al conocerle, expresar lo que claramente puede verse: “es muy bonito, pero lleno de basura”. Lo que, avergüenza y es mala promoción del terruño, aquí y en playas extranjeras.
Lo cierto es, que nuestro malecón,
necesita más cariño. Hace años se hace la denuncia, pero sólo han sido saneados
algunos tramos. Y ese sentimiento puede expresarse mediante un plan operativo,
de saneamiento permanente, que involucre gobiernos locales, autoridades de cultura
y a la ciudadanía en general. Que impida
llegue a la inmundicia total; lo que ya ocurre en algunas áreas.
Es necesario rescatarle!. Es un
espacio excelente para elevar el nivel
de salud, de quienes en él se ejercitan y buscan sus atractivos para el esparcimiento.
Pero, la sarna impide disfrutar estos derechos. Rescatemos sus espacios de las
manos de la roña. La comunidad debe también ocuparse!.
Su amplia plaza puede utilizarse
todo el año para actividades culturales; no sólo para el carnaval; las piscinas
de güibia en Semana Santa; caminatas de las sociedades médicas; sustento de
comerciantes y pescadores. Al mismo tiempo, es necesario mayor nivel de
limpieza, vigilancia física y electrónica, que garanticen seguridad ciudadana. Junto
a esto, la población debe cumplir sus deberes ciudadanos.
El malecón debe ser además, una
sala de exposición del arte nativo; para nuestros pintores, y así exportar
rasgos de la dominicanidad. Urge sanearlo; convertirlo en escenario para el arte,
pero, durante todo el año. Su hermosura le han convertido en uno de los malecones
más fotografiado de Latinoamérica. Una marca país, debemos cuidarlo!.
Si le comparamos con otros
como los de las hermanas islas Cuba y Puerto Rico; el nuestro, se enseñorea en
gran medida. Pero en ella, durante vacaciones del pasado reciente, mis ojos no observaron
basura. Eso fue lo que me asombró de La Habana. Durante días contemplé su
entorno; en horas de la madrugada y a
primera hora del día; desde el piso ocho del Cohíba; sentía estar en algún lugar
de la Avenida George Washington, en Santo Domingo; se parece en algo al nuestro.
Hice un monitoreo, y confieso
que, aunque nunca vi al personal de limpieza, tampoco vi a ninguna persona tirar
siquiera un papelito en las calles…, la realidad de nuestra ciudad es otra. Durante
mi estadía en Cuba, recorrí su malecón, montada antiguos coches rojo, rubí y rosado
fucsia, tipo chicle Bubble; Ford Edsel; preciosos descapotables, año 1950; maravilloso!.
Tiempo después, admiré la
zona histórica del Viejo San Juan, en Puerto Rico. Pequeña, coqueta, como la
Isla de Coral, pero limpia. Pero ninguno, tan hermoso como el mío, hoy triste
por la desidia.
Siempre me ha llenado, recorrer
nuestros malecones, gracias a Dios somos bendecidos con media isla preciosa;
tierra bañada por mares, palmo a palmo. Uno más acogedor que otro, dependiendo
de la región del país, y la provincia; en el caso de Santo Domingo, lo he hecho
desde que era niña.
Desde los tiempos de
esplendor del inolvidable Eugenio María de Hostos, escenario de ídolos, como el
campeón de la Bolita del Mundo: Jack Veneno y el Caballero Negro. Época de la amada
lucha libre.
Hoy al transitarlo, nos
ponemos en contacto con el mal olor del ambiente, en muchos de sus tramos. Y esto
deja un amargo sabor de boca; apena. Tan hermoso, tan maltratado!.
Conducir por sus calles con
los vidrios del vehículo bajo, para airear los pulmones y disfrutar la vista plenamente,
más que extasiarnos, nos entristece.
Sin dudas, Santo Domingo,
tiene un malecón que recorre gran parte de la ciudad, tal como nos enseñaron
ene geografía; único en belleza. Con variados hoteles cinco estrellas. Sin embargo,
quizás por falta de responsabilidad y hasta sensibilidad, luce muy descuidado.
Urge rescatar su fulgor!
La autora es educadora,
periodista, abogada y locutora.
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