jueves, agosto 01, 2013

Ministro de Salud Pública asegura en el país se está reduciendo
significativamente  la mortalidad materna e infantil

Exhorta al cambio de actitud para garantizar calidad y servicios humanizados. El ministro de Salud Pública, doctor Freddy Hidalgo Núñez, aseguró que la mortalidad materna e infantil se está reduciendo significativamente
en el país, gracias a la implementación de estrategias coherentes y al
esfuerzo de diversas instituciones.

Dijo que el hecho de que al 2013, haya 7% menos muertes maternas y un 21% de menos muertes infantiles, en comparación al pasado año, es muestra fehaciente de que los indicadores de mortalidad
materno-infantil se están reduciendo  considerablemente.

Manifestó que en la actualidad se trabaja en la  identificación de los principales factores de mortalidad materna e infantil, se han identificado 10 de los hospitales más importantes y de mayor
incidencia,  que ya están en los programas que se desarrollan con apoyo de UASID, UNICEF, OPS y otras entidades.

Entre las causas principales para la mortalidad materna e infantil en el ámbito físico son: hipertensión, hemorragias, complicaciones por abortos, pero hay otras causas que se asocian directamente a la
atención,  la calidad del servicio y falta de equipos médicos modernos.

Reducir la mortalidad materno-infantil, es el compromiso que asumió el Presidente Danilo Medina en el mismo momento que asumió el poder y con el cual me identifico plenamente. “Estamos trabajando para lograr meta

de 50 muertes por cada 100 mil partos y la tasa de mortalidad infantil a 15 por cada 100 mil nacidos vivos, pero esto no se logra solo con buenas intenciones, debemos cambiar de actitud para cambiar el sistema
de salud en el país”.  Explicó Hidalgo Núñez explicó que de nada sirve la gran inversión que está haciendo el gobierno en unidades de atención primaria, en remozamiento
y equipamiento de unos 63 hospitales, si no se ofrece servicios humanitarios y se garantiza a la población calidad en las atenciones y  el derecho a la salud.

El Ministro de salud, habló en el acto de certificación del Hospital Regional  doctor Antonio Musa, de San Pedro de Macorís, como  Amigo de la Niñez y de las madres, donde valoró la calidad del trabajo que se
realiza en ese centro de salud con la colaboración  la comunidad, la sociedad civil, el sector salud y la cooperación internacional.

En el acto, María Jesús Conde, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), manifestó que la experiencia el Musa,  demuestra que  con el  mejoramiento de la calidad en el control
prenatal, la atención del parto y el cuidado del recién nacido, es
posible reducir la mortalidad materno-infantil.

Pidió al Ministerio de Salud, que dentro de los nuevos hospitales que serán certificados a través del Plan Estratégico Nacional de Reducción de la Mortalidad Materno-Infantil,  2012-2016, se muestre evidencia de

reducción de sepsis neonatal, detección de VIH y sífilis, y la
inscripción oportuna del nacimiento en el registro civil del hospital.

El hospital Antonio Musa, se convierte en el cuarto centro de salud en ser certificado, en el año 2011, fue certificada la Maternidad Nuestra señora la Altagracia, y los hospitales regionales de san Juan de la
Maguana y Salcedo.

Para la certificación de estos centros, se toma en cuenta el
cumplimiento de  10 pasos la implementación de los programas de Lactancia Materna exclusiva, como factor prioritario en la reducción de la mortalidad materna y neonatal, tener estrictas políticas para la
lactancia materna, que incluye capacitación al personal médico y las
madres, seguimiento, formación de grupos, información temprana a las embarazadas.

Además las intervenciones de reducción de sepsias (infecciones), neonatal, del parto limpio, la aplicación de las normas de bioseguridad y el registro de nacimiento.


Dirección General de Comunicación Estratégica

Ministerio de Salud Pública

809 541 3121 et. 2352-2667

martes, julio 30, 2013

La población dominicana es víctima de ruido y contaminación visual

Por Emilia Santos Frías

El ambiente de nuestro país vive en frecuente alteración, fruto de la contaminación acústica o sonora, y otra igual de perjudicial y molesta: la contaminación por desechos; fruto del ruido permanente y basura por doquier. En cualquier calle, avenida, acera o esquina los munícipes crean vertederos improvisados, los correctivos son débiles, pues el mal persiste.

Estos males afectan a más de 10 millones de personas que viven en la República Dominicana. La contaminación sonora y por basura está presente en cada localidad.  Y es posible que gran parte de esta cantidad de habitantes sean los responsables, junto a quienes están llamados a solucionar la situación.

En los barrios populares, donde las casas están ubicadas a escasos metros, se compite por cual radio tiene el volumen más alto; el ruido no es selectivo, basta con cualquier tipo de música, pero que se escuche bien alta: No tiene hora ni horario, simplemente, ruido 24 horas, siete días a la semana. Lo mismo ocurre con los desechos que producen, y que de forma irracional muchas personas colocan de forma tal, que adornan las principales avenidas, de manera permanente, pues la recogida parece insuficiente, por parte de los camiones para esos fines.

No cabe dudas, necesitamos educación, el proceso de aprendizaje será largo. Mientras, si la cosa sigue como va, seguirán las enfermedades en aumento.

Está contaminación a parte de enfermarnos, vulnera derechos fundamentales como la paz. Y es que incluso desde nuestras camas podemos escuchar el musicòn del vecino; el señor que parqueo su automóvil y necesita demostrar que su radio tiene volumen de gran alcance; las bocinas de los hermanos cristianos, sobre todo muy tarde en la noche o muy temprano en las mañanas.  Y estas por lo dramático del discurso, son más molestas que las clásicas de los vendedores de plátano, pan, helados, agua, cosas viejas y detergentes.

Lo mismo ocurre con la música y tertulias de los visitantes de los llamados drinks. El ruido no es exclusivo de ningún sector o provincia, ¡haga memoria!. Quienes alguna vez pensamos que vivíamos en un remanso de paz, sólo nos queda añoranza, “oda a la vida tranquila”.

Transportarse en el Metro de Santo Domingo, significa economía para estudiantes y trabajadores; un paseo familiar para otros, pero allí también llegó la estridencia de algunos pasajeros que con imposición por los alto de su discurso, nos hacen participes de su vidas y creencias, pero siempre evangelizando con temor. Presentándonos a un Dios que viene y traerá drásticos castigos para quienes no hagan lo que ello dicen es lo correcto.

 Por otro lado, está la alta contaminación a la que nos exponemos cuando vamos como pasajeros de algún autobús, urbano o interurbano. ¡Haga la prueba!. El chofer lleva su música a mil, si tiene algún asistente (cobrador), este usa un lenguaje para referirse a los viajeros, que para no ofendernos como buenos dominicanos y dominicanas, lo hemos acuñado como parte del folklore, pero no usted y yo sabemos que es maltrato y falta de respeto. Y si el autobús se detiene en algún paraje, sobre todo cuando nos dirigimos a pueblos; ¡si usted padece de migraña, medíquese!, porque en ese autobús se comerá de todo, y ya no importa si es el de mayor prestigio, el más caro o el menos conocido, en todos es lo mismo, se dirija al Suroeste, Sureste o Cibao; esa mezcla de olores a fritura, les aseguro que no será agradable, pero ha sido así desde siempre y por eso usted que lee en este momento, es posible que crea que es correcto, pero no, eso también es contaminación.

Somos 48,442 kilómetros cuadrados de ruido. He escuchado a muchos y muchas justificar esta problemática con la frase “es cultural”. ¿Lo es también arrojar basura en cualquier lado; no reciclan; no educar a su  hijos e hijas en urbanidad, conocedores de sus deberes y cumplidores de sus derechos?.

Ser ruidosos  y contaminar una Nación, no puede ser cultural. Es sólo que los malos modos corrompen todo, hasta la justicia y la razón, tal como dijo Baltasar Gracián. No por ser más estridentes, tenemos la verdad o ganaremos más adeptos; contaminar es un crimen. Pero para eliminar esta dificultad, carecemos de acciones reales y posibles, en todo el país. Y así queremos cumplir la meta de 10 millones de turistas, cuando en lugares como  Barahona, Puerto Plata y Bávaro, claves para ese logro, el ruido de las zona circundante, penetra a las habitaciones, e impide a los visitantes conciliar el sueño, remontándoles a cualquier barrio desprovisto de servicios esenciales, olvidado en su marginalidad. ¡Ni en nuestra cama tenemos paz y escapamos de esa contaminación!.