domingo, junio 22, 2014

¿Por qué es importante que Dios guíe mi accionar?

Por Emilia Santos Frías

Cuestionarnos acerca del lugar que ocupa Dios en nuestras vidas, parece tener respuesta sencilla, pero si hablamos con la verdad no es así. Para quienes ponen en duda su existencia es aún más difícil.

¿Quién es Dios?

Yo sé que no es un hombre grande, gordo, blanco y barbudo. Tampoco un hombre con alas como pájaro. Lo que si se, es que es el sentimiento más benigno que existe: el amor.

La doctora Adria Acosta Guillén en su obra “Sabiduría de lo Alto que da Vida”, afirma que el pueblo de Dios no tiene frontera y está compuesto por todas las personas que practican la verdad.

Entonces, podemos afirmar de ello, que Dios es bondad, protección, guía, fuente de sabiduría, solidaridad y amor al prójimo; porque eso es practicar la verdad.

¿Pero dónde está Dios, dónde lo encuentro?

Estoy convencida de que no es una moda, religión, ni un estilo de vida; es más que eso: es vida nueva, tal y como dice la doctora Acosta. Y eso me hace feliz, un renacer.

Dios, es dar; asistir a quien necesita, a cambio de nada. La paga es justamente esa: hacer el bien.

Él está en el amor, en la paz, en la bondad.

Por eso es importante que lo busquemos y le encontremos en nuestro interior. Que abramos nuestros corazones y nos dejemos encontrar por él, como recomienda la doctora Acosta, ministra de tiempos modernos.

¿Tener a Dios en mi vida me hará más feliz?

Totalmente, quien tiene a Dios no posee miedo ni ansiedad. No se deja embriagar por la envidia, ni coquetea con la vanidad y la lujuria.

Doy testimonio de que Dios apacienta las aguas más turbulentas, la verdad siempre sale a la luz y hasta en los momentos más difíciles, nos guía a la paz.

Como indica “Sabiduría de lo Alto que da Vida”, quien tiene a Dios posee sentimientos benignos para las demás personas. Y eso es felicidad. Vinimos a este mundo a ser felices.

“El ser humano fue creado con amor, por amor y para el amor”.

Esta obra nos invita vivir cada día una ventura de amor.
Pidamos a Dios con humildad, que nos llene de sabiduría. Identifiquemos que no debemos vivir nuestro hoy en el ayer, aunque haya sido bueno o malo. Del ayer sólo debemos aprender.

Es necesario pactar cada día con Dios; una alianza de fe; trabajo honesto; abrir nuestro corazón; amar a todos los seres vivos. Pactar vivir feliz.

“El trigo y la maleza crecen juntos y ambos aprenden a tolerarse para crecer y desarrollarse. Por eso, cuando toleras, convive; cuando convive, comparte y cuando comparte, ama”.

¡La oración tiene poder para llevarnos a ese nivel; practícala!
Hoy es un buen día para que tengamos valor, alegría, salud y amor.

La autora nos recuerda, que el apego a cosas materiales no nos hace más feliz, por el contrario  nos aleja de Dios: fuente de luz y felicidad perpetua.

A Dios lo encontramos al practicar la justicia social y brindar amor. Él no vive fuera de nuestro corazón. ¡Busca y lo encontrarás!

Oremos, respiremos, dejémonos guiar por la verdad; creamos, tengamos fe y amemos, para alcanzar la dicha.


La autora es Educadora, Periodista, Abogada y Locutora.