viernes, febrero 17, 2012


Ablactación o alimentación en el primer año de vida

Dr. Marcos De Mota

En el primer año de vida se produce la etapa de crecimiento y desarrollo más rápido de toda la vida, de ahí que las demandas nutricionales sean mayores.

En los primeros doce meses de vida se multiplica por tres el peso, la talla se incrementa en un 50% y de forma paralela los órganos van madurando a gran velocidad. Igualmente el cerebro multiplica por tres su tamaño durante la infancia, para alcanzar a los dos años el 90% del tamaño adulto.

En la última década se han ido acumulando pruebas que confirman que la nutrición de los niños durante los primeros meses de vida tiene, a largo plazo, consecuencias metabólicas importantes en el desarrollo de la infancia tardía y la adolescencia que pueden influir en la calidad de vida en la adultez.

Un buen estado nutricional durante el primer año de vida depende fundamentalmente de la leche materna, al constituir la mejor fuente de alimentación por sus ventajas fisiológicas, inmunológicas, higiénicas y psicológicas.

La leche materna es suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales de niños normales hasta los seis meses de edad. Pasado este tiempo se debe suministrar una alimentación más variada, aunque la lactancia continúe como fuente importante de nutrientes.

Ablactación y destete

La introducción de otros alimentos en la dieta constituye uno de los eventos más esperados por la madre. La ablactación -momento de proporcionar alimentos sólidos diferentes a la leche materna- es un proceso clave en el desarrollo del niño, primer paso para alcanzar la alimentación completa y variada que recibirá durante toda su vida.

El destete es un vocablo referido al proceso a través del cual se le ofrecen al niño amamantado hasta ese momento otros alimentos diferentes a la leche materna para culminar con la ablactación total.

¿Cuándo y por qué introducir alimentos sólidos en la dieta de los niños?

Los alimentos sólidos deben ser suministrados a los seis meses de edad, gradual y paulatinamente, teniendo en cuenta el desarrollo psicomotor del niño, la evolución de su curva de peso y talla y la disposición de la madre.

La recomendación de introducir estos alimentos en edades posteriores a las sugeridas en años anteriores responde a los cambios anatomofisiológicos en sistemas como el neuromuscular, el gastrointestinal, el renal y el inmunológico.

Entre esas transformaciones se hallan el desarrollo de la succión y deglución, desaparición del peligro de reflujo gastroesofágico, gracias a la madurez alcanzada en general en el sistema digestivo y, particularmente, en el esfínter esofágico interior. Por otra parte, las funciones neurológicas del niño, necesarias para coordinar el complejo mecanismo de la alimentación, quedan debidamente integradas entre el cuarto y sexto mes de vida. El reflejo de mamar en tres fases va disminuyendo poco a poco hasta su desaparición a los seis meses de edad, momento en que el niño debe respirar y deglutir intermitentemente.

Los niveles de algunas de las enzimas que intervienen en los procesos de digestión, sobre todo en los cereales, presentan actividad y niveles disminuidos en los primeros meses de vida, lo que unido al aumento de la permeabilidad del intestino permite la absorción de macroproteínas que favorecen la aparición de alergias por sensibilización temprana.

Aunque el alimento básico del niño entre los seis y nueve meses de vida sigue siendo la leche materna, resulta necesario la introducción de sólidos como alimentación complementaria a fin de aumentar el aporte de energía, proteínas y nutrientes esenciales como el hierro, el calcio y las vitaminas A y C.
Los primeros alimentos más utilizados en el mundo

De los cereales, los más usados son el maíz y el arroz. Entre las frutas más recomendadas aparecen el plátano, la manzana, el mango, la pera . En cuanto a los vegetales y viandas, la papa, la auyama, etc. Los cítricos, por su elevado contenido de vitamina C, fueron ubicados durante mucho tiempo dentro de los primeros alimentos que debía consumir el bebé. Hoy se sugiere hacerlo en etapas posteriores, al igual que la fresa, por encontrarse asociadas con el desarrollo de alergias.

*El autor es Pediatra.