martes, febrero 04, 2014

Aprendamos a volar y  mostrar horizontes que nos esperan

Por Emilia Santo Frías


Alguien dijo alguna vez que recordar es vivir; nada más verdadero. El proverbio pondera mis remembranzas de hoy, al recordar la instrucción que recibí en Literatura, en mi tiempo de adolescente.  No sé porque razón, hoy recordé a Richard Bach y su “Juan Salvador Gaviota”, aunque estoy convencida de que nada ocurre por casualidad.


La experiencia de leer esa obra es trascendental; sus páginas amenas,  nos enganchan tan pronto iniciamos el primer párrafo. Y sus enseñanzas perduran para toda la vida. Nos enseña el don de servir a los demás; amar, perdonar; vencer el temor y la tristeza; romper la rutina y crear.

Una obra pequeña en tamaño, grande en contenido; casi profética, que nos muestra como conociéndonos y potenciando nuestras capacidades, podemos ayudar a las demás personas, aún cuando estás no busquen nuestro bienestar.

Si!, hoy recordé las enseñanzas, de Juan, el hijo de la Gran Gaviota; el de vuelo pausado y rápido según lo que perseguía; esa ave que nos enseñó a nunca detenernos, sino, amar volar, aleteando nuestras alas, para dejar de vivir como palmípeda normal; vivir nuestros desafíos y  aprender de los fracasos.

Hoy le recordé aquellas palabras sabias: “podemos aprender a volar y mostrar los nuevos horizontes que nos están esperando”.  Y coincido con Juan en que debemos abrir los ojos y ver, apartando el miedo y la ira. Aún cuando es tan difícil despojarse de ellos, pero no imposible.

Me enseñó y es muy cierto, que etapas terminan y otras comienzan, pero en cada una, es importante alcanzar y tocar la perfección de lo que amamos hacer. Para Juan, el cielo es ser perfecto, no es un lugar ni un tiempo. Es sólo eso: perfección. No tiene números, ni tiene límites.

La personificación realizada por Bach  en “Juan Salvador Gaviota”, también me inspiró  aprender que nuestra mente no es limitada y no somos prisioneros de nuestro cuerpo. Debemos creerlo, somos seres perfectos y sin limitaciones!, claro, siempre que sepamos lo que hacemos. Entendamos el significado del amor y la bondad, sin dejar de aprender.

Asimismo, a seguir trabajando en el amor, conocer su naturaleza, para compartirlo; practicar lecciones de bondad, mientras dejamos que nuestro pensamiento vuele. Identificando que siempre hay alguien a quien podemos ayudar y puede aprender; así como nosotros lo haremos de él.

Esa maravillosa gaviota, me enseñó el sentido de vivir con libertad, un derecho fundamental; pero con libertad mental, sin limitarme; repudiando el orgullo que nos invaden de vez en vez, como humanos que somos, así como la ira y la furia ante el fracaso. Sin convertirme en paciente, sino accionar para seguir buscando la perfección en esta vida, buscando el cielo.

Me enseñó a tener hambre de aprender y eso, sencillamente, lo disfruto.  Aún cuando familiares y amigas, pelean por los adiestramientos que emprendo. Me convenció de que debo superar caídas y enseñar a otras personas a volar mediante un pensamiento libre, porque “lo que no nos da libertad, no debe ser parte de nuestras vidas”.

Hoy agradezco a Juan Salvador Gaviota, el mostrarme que somos seres especiales, que debemos conocerlo y creerlo, para poder desarrollar nuestros talentos, para bien de la colectividad. No importa que seamos incomprendidos; eso nos hace grandes.

Otra enseñanza de la voladora, es evitar hacer daño, aunque esa decisión nos lastime. Siempre nuestra función debe ser de protección hacia nuestros semejantes y eso nos protegerá a nosotros mismos. ¡Que el espanto y la tristeza no nos invadan!.

La clave para superar nuestros límites es el orden y la paciencia, dice la gavina. Otra encomienda que nos deja la palmípeda, es amar a quien no quiere nuestro bienestar y enseñarle a ver sus fortalezas.

Además, saber que no hay límites para el aprendizaje; cosechar el placer por hacer algo bien, para de esa forma construir nuestro cielo y guiar a quienes nos aman hacia él, en interés de hacerlos caminar hacia la luz. ¡Hoy tú tienes ese chance, no seas una gaviota normal, haz la diferencia!

No hay comentarios: