sábado, agosto 08, 2015

Gracias a la vida por regalarnos personas entrañables que nos marcaron con sus enseñanzas

Por Emilia Santos Frías


Mis musas han querido madrugar; me debato entre Terpsìcore, Talía y Minerva. No me han permitido conciliar el sueño, pero trajeron a mi mente el grato sabor de algunos de esos seres maravillosos que entran a nuestras vidas y  la impactan con esa misma fuerza.


Personas que por su sapiencia, modo de comunicar; su costumbrismo, ángel, nobleza, carisma, simpatía y hasta comicidad, nos hacen la vida más agradable, nos edifican y por qué no, hasta nos entretienen.

Seres que durante nuestra niñez y vida adulta han dejado al menos una de sus máximas, que luego son citas obligadas en nuestro maravilloso andar.

Hoy mis musas los trajeron gratamente.

Recordé desde  pregoneros folclóricos, hasta el viejo pícaro del barrio, recordado por su frase de batalla: “me falta una cosa”, para decir en su forma comunicante, que estaba satisfecho, pues ya había almorzado, descansado y tomado su postre favorito, ese cafecito bien negro y caliente, pero aún no había acariciado a su amada. Vaya personaje!

Relacioné a la vecina, viejita desde que tengo uso de razón y aún sigue en pie. Amante de las bebidas espirituosas y enferma gracias a  su amor a ellas. Toda una maestra plebe de la jerga barrial. Enérgica al afirmar que “más vale un perro palao que una persona traicionera”. Con el perdón de los perro, animales que amo.

Y seguí en mi mente con la vecina de prosaico hablar, sobre todo cuando estaba bajo los efectos de su amado: el señor alcohol. Su frase más usada, y por supuesto zoológica: “mejor para el perro, si la perra es bola”. Aunque esta expresión, ni la decodifico, ni la acuño. Parece machista!.

Pero las que nunca he podido dejar de citar y acuñé como regalo baluarte, es el proverbio de mi suegra eterna, María Alfonsa De Los Santos Santana, mujer que amo, y que eligió amarme. Múltiples formas ha usado para demostrarlo: “Dios proveerá”. Y esa es efectiva.

Doña Suna, como le decimos cariñosamente a la abuela de mi hija, es una mujer maravillosa, una heroína anónima, como mi madre. Sabia, a pesar de sus tres bodas de plata de vida terrenal. Es la adulta mayor más avanzada mentalmente que conozco.  Y por otro lado, una cómplice de mi vivir.

Y así mis musas me llevan y traen  personajes del ámbito político, pero, los que viven y hacen vida en el barrio que pernoté al llegar desde el Cibao; los de la familia y hasta los de la iglesia. Grandes filósofos naturales, predictores de acontecimientos, enfáticos en sus creencias, en sus lemas.

Es así como llegué a mi hermoso y presumido padre. Magno conversador. Hacedor de historia, algunas consideradas inverosímil, por sus vástagas, pero que sirven de soporte y entretenimiento a nuestros encuentros familiares.

¿Quién no recuerda a esa maestra, a ese maestro de la infancia?, no importa si el aprendizaje fue bueno o malo. Si era cuerdo o  desquiciado. Le recordamos por ser el personaje protagónico.

Hoy, guiada por mis musas, rindo homenaje a esos seres extraordinario, para bien, que han engalanado nuestras vidas. Aportando también risas, permitiéndonos ser alumnos y alumnas de la Escuela de la Vida. Gracias por su acompañamiento.


La autora es educadora, periodista, abogada y locutora.




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